Hacía cinco horas que el Señor Martínez iba de compras en el centro comercial. Esto era una desgracia para él, un hombre que odia ir de compras. Por eso, cuando el finalmente encontró un par de pantalones de color gris, de su preciso tamaño, con un precio bien dentro su presupuesto, él creía que las estrellas estaban en orden. Pensaba él: -Ay, no tengo que meterme la cabeza en un fregadero lleno de ácido. Además voy a probar a Leti (su esposa) que si, puedo comprar pantalones por mí mismo.-
Después de entrar al vestidor, el Señor Martínez empezó a desvestirse. Con entusiasmo, él se quitó un pantalón con prisa. Pero de repente, no podía mover el pie que estaba adentro del pantalón. Como había andado tienda tras tienda por cinco horas, no podía pensar mas con claridad. Entonces comenzó a tirar vigorosamente del pantalón,
-¡Malditas botas!- el pensó. El pobrecito perdió los estribos.
De pronto, como resultado de un puntapié particularmente duro, él voló un momento en el aire antes de chocar completamente con la pared detrás. A continuación, vio directamente una luz fluorescente. El ruido en el fondo había parado. Él sintió cientos de pares de ojos en su cuerpo, sus piernas desnudas, y su ropa interior. Dio la vuelta a su mirada hasta un lado y vio un hombre confundido, llevando pijamas y una chamarra sport; al otro lado, vio un hombre muy enojado y desnudo, excepto por sus calcetines y un par de pantalones grises estratégicamente puesto.
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